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Capítulo III: El barón y el monstruo.
Aunque he visitado gran cantidad de países y planetas, nunca he estado en Escocia, pues su humedad y ese brebaje que llaman whisky acabarían conmigo. Además, como reza el buen dicho, no son de mi admiración los pueblos bárbaros que nunca fueron romanizados. Sin embargo, sí que he visto al famoso monstruo del Lago Ness cuando moraba en el mediterráneo; pues esa era su morada hasta que el Conde Raviolli decidió invitarme a su residencia de verano en la Toscana con la intención de que le enseñara los juegos de cartas que por entonces despuntaban en los salones del resto de Europa.
El conde es un jugador nefasto, pero de vez en cuando debo dejarme ganar para que no se enfade y siga hospedándome en su palacete. El sopor de las cartas me venía recompensado posteriormente con deliciosas viandas del lugar, como los quesos y jamones; pero sobre todo, con la jornada de pesca, donde más disfrutaba yo. Y era ahí donde el conde intentaba siempre darme la revancha sabedor que yo soy de secano más que de ultramar, y que soy diestro con la pólvora, pero lerdo con el sedal.
En jornada festiva, cuando la plebe no trabaja y deja los mares libres a quienes practicamos el noble arte como deporte y no como sustento, abordamos la embarcación de recreo del Conde y nos adentramos en el plácido Mare Nostrum. Como el sol despuntaba y prometía un caluroso día, me despojé de mi guerrera con cuidado de que el noble no diera cuenta de un paquete que escondía bajo la misma y que me iba a reportar la victoria también en el mundo de Poseidón.
Dispusimos las cañas, mas yo con mucha parsimonia esperaba el momento de que mi rival se diera la vuelta para cambiar el cebo por el contenido de mi misterioso paquete. Una vez conseguido, lo lancé con tanta fuerza, que a poco me quedo sin sedal, y no había afianzado la caña en la embarcación cuando un fuerte tirón me daba la señal de que una criatura marina había degustado mi señuelo. Aquel ser tiraba con tal vigor, que no sólo necesité la ayuda del Conde y la de sus criados, sino que hubieron de ayudarme hasta un total de siete embarcaciones que, como nosotros, disfrutaban de la jornada festiva.
Con maña conseguimos arrastrar la presa a tierra, ante la sorpresa de todo el muelle: Una especie de elefante de alto como la catedral de Colonia, sin trompa, con un cuello y una cola donde podían caber una fragata en cada uno, y del color de los acantilados de Normandía. Aquel ser se detuvo y me miró fijamente, al tiempo que todos los asistentes partimos a correr, incluso yo, que necesité de los servicios de mi Lituano, ya que nada amistoso se prestaba el monstruo. Mas con la prisa no advertí que continuaba con la caña a cuestas con sus morros prendidos.
La persecución nos llevó por toda la península italiana, de norte a sur. Recorrimos el Lazio, la Campania y llegamos a la mismísima punta de Calabria, donde urdí mi plan: Con un par de vueltas al faro del puerto de Reggio el sedal quedó enlazado, y con la velocidad que mi lituano me estaba imprimiendo, puse rumbo hacia el este, mas cuando llegué a Crotone, corté el estirado sedal con la daga de oro y brillantes que mi buen amigo el embajador de los turcos me había regalado. Al destensar la caña se produjo un curioso terremoto, desplazándose toda la Calabria de este a oeste, y gracias a su forma de bota, le propinó un puntapié al monstruo que acabó en tierras escocesas, no sin antes rebotar en la mismísima Luna y provocar un hermoso cráter que desde la tierra se puede divisar las noches de cuarto creciente.
Mi gesta fue muy comentada y aplaudida en toda la región, incluso me nombraron hijo predilecto de la pequeña ciudad donde residía el conde, cuya llave de oro tuve que empeñar para pagar los desperfectos que provoqué en el faro de Reggio. Ya en casa, Raviolli me preguntó por el misterioso cebo que había puesto en la caña y que tan voluminosa presa había pescado, mas ya sabéis que a nadie revelo mis argucias. Sólo puedo decir que cuando alguien va de picnic a Escocia y trae jamón de la Toscana, al día siguiente corren rumores de gentes que han visto un terrible monstruo en el lago Ness.
2002-10-31 11:46 | 9 Comentarios | Imprimir
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Comentarios
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De: ------------- |
Fecha: 2003-10-23 07:35 |
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putos
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De: paty |
Fecha: 2007-03-14 20:38 |
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espero que te guste
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De: paty |
Fecha: 2007-03-14 20:41 |
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